Últimos días de Mi Familia en Samaná
- Marta de Ysasi
- 22 mar 2017
- 5 Min. de lectura
Último capítulo de Mi Familia en Samaná. Últimos dos días con ellos en mi nueva ciudad… ¡Qué pena! Con lo bien que lo estábamos pasando…
Como dije en el post anterior, ya no quedaban más excursiones por delante. Ahora tocaba relajarse. Y qué mejor lugar para hacerlo que en las Terrenas y en mi queridísima isla Cayo Levantado.
Alquilamos de nuevo un coche y a las 9 de la mañana fuimos a recoger a mi familia a Vista Mare. Teníamos pensado salir bastante temprano hacia Las Terrenas, para poder aprovechar el día y visitar varias playas. Pero claro… cuando hablamos de mi familia, el concepto “temprano” no existe.
Estaban terminando de empaquetar sus cosas en las maletas, ya que dejaban Vista Mare definitivamente. Jaume y yo decidimos esperarles en el restaurante mientras desayunábamos. Al final todos acabamos allí, desayunando, y atrasando la salida aún más.
Eran las 12 de la mañana y todavía seguíamos en Samaná. Ya desesperados por irnos, pero entre unos y otros, parecía misión imposible.
Tuvimos que dejar algunas maletas en Simi Báez para que las cruzasen al Cayo, ya que si no, no cabríamos todos en el coche.
Ellos se llevaron unas maletas más pequeñas para pasar esa noche en Las Terrenas.
Aun así, íbamos bastante justos de espacio, 4 personas en la parte de atrás y 2 adelante. Yo conducía, Jaime hacía de DJ y Cristina se encargaba de hacer vídeos y fotos.

Llegamos a las Terrenas cerca de la 1 y media de la tarde, directos al hotel que teníamos reservado: ALIGIO APARTHOTEL.
Yo tenía unas ganas locas de ver cómo era el alojamiento, ya que, después de muchos días de búsqueda del lugar perfecto para alojarnos, pude dar con estos apartamentos. La verdad es que conseguí que nos hicieran un precio de escándalo, teniendo en cuenta el pedazo de apartamento que teníamos para nosotros solos.
El check in fue un poco lento, pero es que casualmente nos tocó la chica nueva. A pesar de mi desesperación, traté de apiadarme de ella recordando mis primeras cagadas como recepcionista de hotel.
Por fin llegamos al apartamento y literalmente flipamos… Era alucinante. Nada más entrar teníamos una terraza con impresionantes vistas al mar, que por cierto, se veía espectacularmente bonito. Al entrar teníamos el salón con el comedor y la cocina integrada. La cocina se veía muy nueva, con mucho menaje, y todo en perfecto estado. Teníamos tres dormitorios, cada uno con su baño privado. Dos de ellos con cama de matrimonio y otro con camas twin. Y lo más guay de todo estaba en el piso de arriba, privado para nosotros. Teníamos una segunda terraza inmensa con barbacoa y JACUZZI. Estuvimos tentados a montar una barbacoa para la cena, pero pensamos (pensé) que no era la mejor opción ya que tendríamos que comprar demasiadas cosas. Total, que el plan de barbacoa me lo cargué en un minuto. Aunque os aseguro que nadie más que yo tiene unas ganas inmensas de comerse un buen bocadillo de panceta, o de chorizo, o unas chuletitas o una morcilla… Ay Santo, solo de pensarlo engordo.
Pues bien, una vez acomodados en el apartamento, nos fuimos rumbo a PLAYA COSON. Esta, si mal no recuerdo, fue una de las primeras playas que visité con Jaume. Está a unos minutos del centro de las Terrenas, y es muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en el Caribe, ya que se caracteriza por sus olas altas.
Lo más significativo de esta playa es la palmera. Y si veis el vídeo entenderéis por qué.

Así que nos pasamos un buen rato haciendo el tonto encima de la palmera, y después de eso, como era bastante tarde, nos fuimos a comer al restaurante que hay justamente allí: THE BEACH RESTAURANT.
Yo nunca había comido allí, y tenía un poco de miedo porque había leído algunas críticas malas en Tripadvisor, sobretodo en contra del propietario del restaurante, un señor italiano. Pues para nada, nosotros salimos encantados, comimos de escándalo y nos trataron muy bien. Yo me zampé una hamburguesa de esas que te dan ganas hasta de llorar a cada mordisco que le das. Los demás comieron productos de la zona: pescado, ceviche etc etc etc … Ahora, que como mi hamburguesa … mmmmm

Después de comer teníamos dos opciones, o nos quedábamos en Playa Cosón a darnos un baño, o nos íbamos a Playa Bonita, una de mis playas favoritas. Todos optamos por marcharnos de Cosón ya que el día se estaba poniendo un poco feo, y de esta forma aprovechábamos para visitar más cosas.
En 20 minutos estábamos en Playa Bonita, como siempre frente al Hotel Atlantis, y debo reconocer que la playa no estaba ni por asomo igual de “bonita” que siempre. El viento se había metido, el mar estaba revuelto, y el sol se iba escondiendo entre las nubes… Evidentemente pudieron ver que es una playa espectacular, pero me dio mucha rabia que no estuviera como el resto de días que nosotros la hemos visitado.
Solo los hombres se bañaron. Estuvimos un rato sentados en la arena conversando y aprovechamos para hacer las míticas fotos subidas al columpio de madera que hay en la playa.

Cerca de las 6:30 de la tarde nos marchamos de vuelta al pueblo. Hicimos una parada en el bar MOJITOS, un bar pequeñito con muy buen rollo, música molona, vistas impresionantes al mar y unos mojitos riquísimos. Además pillamos el Happy Hour, así que nos tomamos doble ronda de mojitos. De verdad, este sitio tiene algo especial… Por eso siempre está hasta arriba.

Después nos marchamos al apartamento, y tocaba lo mejor, probar ese jacuzzi!!! Sorprendentemente fui yo quien tuvo la iniciativa de subir, aunque sabía que iba a estar bastante frío ya que estaba al aire libre, pero ¿cómo íbamos a perder la oportunidad de darnos un baño de burbujas con ese cielo lleno de estrellas? Estaba frío hasta decir basta, pero aguantamos bastante tiempo dentro.

De nuevo se nos echó el tiempo encima, y nos fuimos corriendo a duchar y arreglar para irnos a cenar. Eran las 10:30 de la noche, y probablemente muchos sitios hubieran cerrado ya. De hecho, intentamos ir al restaurante Paco Cabanne, pero ya estaba cerrado.
Acabamos cenando en La Yuca Caliente, restaurante preferido de Jaume, y como siempre, cenamos bastante bien, aunque los precios no son excesivamente baratos.
La idea era ir a tomar una copichuela después, pero sinceramente, todos estábamos un poco muertos, así que nos fuimos de vuelta al apartamento ya que teníamos que madrugar al día siguiente.
Al llegar al apartamento, Cris y Jaume se fueron a dormir, y Rocio, Mario, Jaime y yo nos quedamos jugando una emocionante partida de póker hasta las 4 de la mañana.
A la mañana siguiente nos levantamos medianamente temprano, y pusimos rumbo a Cayo Levantado. Tocaba pasar un día de relax en "casa". era el último día, y todos estábamos bastante agotados de tanta excursión y tanto madrugón.
Decidimos hacer buceo, a pesar de que tres de nosotros no lo habíamos hecho nunca. Y sobre este tema os voy a dejar con la intriga de qué pasó, porque quiero explicar bien el motivo de mi llanto desconsolado tras realizar esta actividad.



Pasamos todo el resto de la tarde en la playa privada del hotel, disfrutando del sol, de algún cocktail que otro, y de un precioso atardecer que despedía poco a poco a mi familia.


Esa noche estuvimos cenando en el restaurante Portofino del hotel. Lo pasamos muy bien recordando todas las anécdotas vividas en el viaje, las buenas y las malas.
Después de la cena se despidieron de Jaume, y nosotros 5 nos fuimos en el barco hasta Simi Báez para coger mi taxi e irnos a dormir a mi hotel (donde yo trabajo), ya que al día siguiente yo trabajaba, a ellos les venía mejor salir al aeropuerto desde ahí, y además, pudimos darles las habitaciones en cortesía.
A las 12 del medio día del día 27 se marcharon rumbo al aeropuerto.
Y hasta aquí el viaje de Mi Familia en Samaná. Un viaje inolvidable para mí, y creo que también para ellos.
Nos vemos pronto en el siguiente vídeo.
Un beso a todos.
Comentários